Señalado como uno de los pioneros de la fotografía brasileña, su obra, cuya calidad obtuvo considerable reconocimiento por parte de sus contemporáneos, se presenta todavía hoy como uno de los principales documentos visuales de Brasil, sobre todo de la ciudad de Río de Janeiro de la segunda mitad del siglo XIX.
Invitado a participar como fotógrafo en la Comisión Geológica del Imperio, dirigida por Charles Frederick Hartt, viaja al Noreste, haciendo fotos de vistas de las provincias visitadas (recorre los actuales Estados de Bahia, Pernambuco, Alagoas y parte de la región amazónica) y retratos etnográficos de los indios. Entre 1865 y 1914 registró la naciente industrialización brasileña, el cambio de sus ciudades y el desarrollo económico, en un trabajo desarrollado en estrecha colaboración con el emperador Pedro II.
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