La Agencia de Protección Ambiental (APRA) del gobierno porteño detectó que a pocos metros del corazón de La Paternal la calidad del aire excede en un 400 % los niveles de contaminación admitidos por la legislación ambiental. Se trata de La Carbonilla, el asentamiento ubicado detrás de los corralones que funcionan en la esquina de Trelles y Añasco, al lado de las vías del Ferrocarril San Martín. En las cinco cuadras que lo componen viven más de 200 personas expuestas a “niveles muy altos de partículas en el aire” emitidas por un viejo depósito de carbón y por seis depósitos de cargas de cemento y arena.
Tras hallar acopio de combustibles en tambores de aceite y almacenamiento de carbón a cielo abierto, la inspección del gobierno clausuró preventivamente un depósito de la carbonera Richelme y un galpón de la empresa de transportes Frontera.
Los habitantes del lugar viven rodeados de basura, arena, cemento y carbón, cuatro agentes contaminantes que provocan serias afecciones respiratorias y trastornos físicos como la silicosis, conocida como la enfermedad de los mineros.
Para todos, el olor a quemado es una constante las 24 horas. “Siempre te arde la nariz y te lloran los ojos, los chicos terminan con la piel gris y, cuando los baño, sale un agua muy negra”, contó Cristina Guillani, madre de tres hijos.
Para ella, como para todos sus vecinos, lograr una buena ducha es prácticamente imposible, porque existe una sola canilla de agua potable. “Somos cuarenta familias, con setenta hijos menores de edad y todos los chicos tienen algún problema respiratorio”, detalló Yamila Tarragona, madre en una de esas familias.
Desde hace cuatro meses, sobre esas calles de tierra sobrevuela el fantasma del desalojo. “En abril nos dijeron que nos tenemos que ir, pero no sabemos adónde y, lo peor de todo, es que la quema del cobre nos está matando de a poco”, advirtió Yamila.
Ver nota completa en Crítica de la Argentina (pág. 17, 5/08/09)
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