Iniciamos nuestros encuentros a través de este espacio, en una fecha especial. Una fecha en la que volvemos a decir Nunca más. NUNCA MÁS, JAMÁS...
"Lo diré de este modo:
Nunca es nunca y más es jamás. Nunca jamás será la noche en que la sangre de un cuerpo sea arrojado por la ciénaga del aire. Porque nadie desaparece ni de la vista ni del ensueño ni de la memoria. Nadie deja de ser ese amor que nos dio. Aún ocultos los nombres en los sótanos inmundos de lo impune, sus voces siguen, sus palabras reptan hacia el sol, sus ojos nos miran. Como una única frase, como si los labios no pudieran hablar del adiós: nunca es ya nunca y jamás es por siempre jamás”.
Nunca es nunca y más es jamás. Nunca jamás será la noche en que la sangre de un cuerpo sea arrojado por la ciénaga del aire. Porque nadie desaparece ni de la vista ni del ensueño ni de la memoria. Nadie deja de ser ese amor que nos dio. Aún ocultos los nombres en los sótanos inmundos de lo impune, sus voces siguen, sus palabras reptan hacia el sol, sus ojos nos miran. Como una única frase, como si los labios no pudieran hablar del adiós: nunca es ya nunca y jamás es por siempre jamás”.
Carlos Skliar
La muerte de Rodolfo Walsh
El 25 de marzo de 1977, Walsh llegó al mediodía a la estación de trenes de
Constitución luego de salir de su casa en San Vicente. Tenía dos
reuniones. No llegaría a ninguna: a las 13:30 horas fue cercado por un
grupo de tareas entre las avenidas San Juan y Entre Ríos. Sabiendo que
no podía entregarse vivo, sin esperanzas de salvarse del enfrentamiento,
Walsh desenfundó una pistola 22 para obligarlos a dispararle (...)
Fue visto por última vez en la ESMA, con su pecho cortado al medio por una ráfaga de metralla...
Lo recordamos, con su "Carta abierta a la Junta Militar"