Si bien la inmigración es un fenómeno universal, que se observa en diferentes épocas, adquiere especial interés en la era del colonialismo moderno, la revolución industrial y el surgimiento del capitalismo, configurando un aspecto clave en la formación de los mercados de trabajo.
En esta fecha se recuerda el 4 de septiembre de 1812 cuando el Primer Triunvirato firmó un decreto que decía "(...) el gobierno ofrece su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio (...)" De esta forma la República Argentina abría sus fronteras a los inmigrantes de cualquier parte del mundo que quisiesen vivir en este suelo.
Décadas más tarde, esa idea quedó plasmada en el prólogo de la Constitución de 1853 que hace referencia a "todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino" y en cuyo artículo 25 declara que "El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes".
En el imaginario colectivo, la noción de inmigrante camina inseparable del origen geográfico y de la etnia. Dicha noción trasciende así la condición de proceso, de evento, de contingencia, que reconoce los límites en cuanto a duración, y se convierte en “carta de naturaleza”.
Décadas más tarde, esa idea quedó plasmada en el prólogo de la Constitución de 1853 que hace referencia a "todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino" y en cuyo artículo 25 declara que "El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes".
En el imaginario colectivo, la noción de inmigrante camina inseparable del origen geográfico y de la etnia. Dicha noción trasciende así la condición de proceso, de evento, de contingencia, que reconoce los límites en cuanto a duración, y se convierte en “carta de naturaleza”.
Lo que define hoy al inmigrante no es ya únicamente la condición temporal o espacial, sino el ser portador de diferencias, el no “ser de los nuestros”. En consecuencia, la palabra, como soporte insignia de un determinado valor, se ha transformado en un signo/símbolo que hace referencia a otra categoría: la de los excluídos trashumantes, pasando a formar parte de un metalenguaje hegemónico.
Conmemoración en la Feria de Mataderos
6 comentarios:
como descendiente de parte (polaca) de esa inmigración, me emociona lo que han posteado
gracias!
Es movilizante trabajar el tema de la inmigración con este material que sugieren. Me impactó lo del inmigrante como el otro peligroso, pero sí porque aparecen los fantasmas de me va a quitar trabajo, usa los servicios publicos y entonces no me deja lugar.Más allá de eso, argentina siempre abrió sus puertas a todo el que llegara
Muy bueno lo de mirar la inmigración desde diferentes èpocas.
El que vino arrastró mucha tristeza y se quedó a vivir aquí con ella. Mi emoción hacia mis abuelos que entre tanta sonrisa añoraban aquello que dejaron y a lo que nunca regresaron, pero que también agradecieron la gran generosidad de este, mi país, que los recibió y les permitó un futuro promisorio.
Muy buena la selección que presentan, aplicable a muchas edades
qué buena recopilación de material! gracias
Renata
Publicar un comentario