La expectativa por el retorno al ejercicio de la Constitución, las libertades públicas, la tolerancia política y la vigencia de los derechos humanos resignificó el valor de la recuperación del ejercicio democrático. Volvieron a ser las urnas, como medio canalizador de la voluntad popular, las encargadas de elegir a nuestros gobernantes.
El 10 de diciembre de 1983, Día Internacional de los Derechos Humanos, una multitud acompañó al recientemente presidente electo Raúl Ricardo Alfonsín desde el Congreso -allí había hablado ante la Asamblea Legislativa- hasta la Casa Rosada, donde el presidente de facto Reynaldo Bignone le entregaría los atributos del mando.
Luego, desde los balcones del histórico Cabildo, el primer mandatario pronunció un breve discurso ante la nutrida concurrencia, mientras que muchos argentinos escuchaban por radio o seguían los acontecimientos por televisión.
La población estaba atenta a la ceremonia: era el primer civil elegido presidente a través del voto popular (30 de octubre de 1983), luego de los casi ocho años de represión y penurias económicas que vivieron amplios sectores de la sociedad argentina.
La recuperación de la democracia fue posible gracias a un conjunto variado de actores y organizaciones, entre ellos, los partidos políticos tradicionales, sectores del movimiento obrero y organismo de defensa de los derechos humanos, que articularon, progresivamente, la lucha contra la dictadura militar.
La construcción de la DEMOCRACIA comenzó el 10 de diciembre de 1983 y aún continúa. Porque para su consolidación y profundización, es necesario el aporte cotidiano de todxs y cada unx de los argentinxs.
2 comentarios:
La Plaza fue una fiesta, compartida por cientos de miles de personas desde media tarde hasta las 2 de la mañana. Una gran alegría compartida, una celebración de la Democracia y los Derechos Humanos.
Emoción reconvertida cada año
¡Honremos que seguimos viviendo en democracia!
Publicar un comentario