martes, 1 de noviembre de 2011

Carta al niño siete mil millones

"Me llamó Diana, del periódico Clarín (Arg) para invitarme a escribir algo sobre el nacimiento del niño con el que llegamos a ser siete mil millones de humanos.

No puedo, estoy a mil preparando viajes… y, en lo que me disculpaba, me vino una frase “Al frente, que hay lugar”. Un juego de palabras con las que dicen los choferes de autobuses en Buenos Aires “Al fondo, que hay lugar” cuando los pasajeros se quedan agolpados cerca de la puerta de subida… y encima suyo.

Se lo comenté, pues ¿a quién le gustaría ser ni simbólicamente algo vinculado con la superpoblación, escasez de alimentos, de agua? Era una frase, apenas un hilito, pero del que se podía tirar y ella agregó: “¿Ves, Luis? escribilo”. Cortamos, me senté y lo hice.

Mi amor, mi querido o querida, usted no llega a ocupar un lugar vacío sino uno que se crea con su llegada. Así de raro y bueno. ¿Cómo lo recibimos? ¿Con las Variaciones Goldberg por Glenn Gould? ¿Cantando “Se me perdió la cadenita”, bien cumbia? ¿Con un abuelo al que le gustaba Aretha Franklin? ¿Con un tío que no conoció a Los Beatles? ¿En una calle sin nombre? ¿En una casa con puerta? En un hospital, en el campo, en una casa. Después de muchas contracciones, sin haber sido esperada, o sin esfuerzo alguno. Por un pelo, encima de un taxi. En un cerro alejado. De noche, a la tarde. Lejos del mar. Cerca tuyo. Pegado y despegado de tu mamá. Con padre al lado, sin papá. Mi lucecita, mi bendición. Bajo la luz de una sola bombilla, en el barrio más exclusivo, por un minuto más por un minuto menos, quinta hija, primer nieto, pura novedad. Esperemos que dando lo mejor de cada uno; pero usted corrija con confianza, y a su tiempo y su manera, y esperemos que dando lo mejor de usted cuando eso sea. Cantando o en silencio. Mire, milagrito, la cosa empezó hace rato, ¿usted tiene tiempo? Con partera o a solas. Con amor o con un hueco de alas. Con Mozart o Jamaica, Cesaria Evora o Portugal, con Einstein o agua de lluvia, con gaitas o arroz, o turrón, almendras, nuez, frutas, sopa, bambú o celular, pastas, manteca, un poco de harina. Aromando el hogar. Con flores de pan recién horneado. Té.
Como sea: bienvenido a llenar un lugar que no existía.
Luis Pescetti

1 comentario:

Lara dijo...

Que la humanidad es eso, gracias por rescatar el sentido y sensibilizarnos en medio de tantas broncas, ojalá todos lleguemos a tener un “pequeño hilito” para hacer de éste el mejor lugar para Ser y existir